Cada persona se inclina hacia algún color en particular, dependiendo de su personalidad y del estado de ánimo que tenga en el momento tendemos a inclinarnos por un color o por otro. Asociamos el color blanco con la pureza, el rojo con la pasión, el amarillo con la energía, el verde con la esperanza, el azul con la libertad, el púrpura con la serenidad, el rosa con la dulzura, el gris con la paz y el negro con el silencio y la sobriedad. Así mismo, los alimentos contienen propiedades nutricionales dependiendo del color de ellos. ¿Qué debemos hacer entonces para conservar esta sincronía entre cómo somos y qué alimentos necesitamos? Lo primero que no falte color en tu mesa a la hora de comer.
Manteniendo la sincronía con los alimentos.
El primer paso es saber qué propiedades vitamínicas, medicinales y nutricionales contienen los alimentos de acuerdo a su color.
El segundo paso es alternar los alimentos que consumimos y convencernos que la naturaleza es perfecta y nos brinda todas las herramientas que necesitamos para mantenernos sanos físicamente.
El tercer paso y quizás el más complejo es conservar nuestra paz espiritual manteniendo nuestra aura clara, vistiéndonos con la ropa de alegría y observando la vida de muchos colores.
Internalicemos entonces que existe similitud entre los colores y los alimentos que lo poseen, que sea el primer invitado a nuestra mesa el blanco de salud, el rojo de juventud y corazón, el verde con sus fuentes de fibra y de irrigación sanguínea, el naranja/amarillo energizante y de visión, el Azul/Morado para nuestra creatividad y procesos intuitivos y el Marrón para reducir nuestra ansiedad y depresión.