El sistema inmune de nuestro cuerpo es el ejército que nos protege frente a cualquier ataque.
Por otro lado los anticuerpos, son las proteínas que genera nuestro organismo para protegernos y mantener nuestras defensas en buenas condiciones durante un período de tiempo.
Finalmente, existe un sistema inmune más primitivo pero igualmente efectivo, el llamado sistema inmune innato. Está compuesto por una serie de células y tejidos que forman parte de nuestro cuerpo desde que nacemos. Mientras que los anticuerpos son específicos y necesitan de una primera infección para generarse, el sistema inmune innato nos protege desde el primer momento frente a cualquier tipo de invasión. Podríamos decir que es una primera línea de defensa formada por los ‘’tipos más duros’’ de nuestro cuerpo: los Macrófagos, Neutrófilos y Células Natural Killer.
Podemos entrenar a nuestro sistema inmune para conseguir que estos soldados de primera línea de defensa sean más rápidos a la hora de enfrentarse a una invasión y, por lo tanto, frenar una infección a tiempo y no generar tantos síntomas o alargar en el tiempo, por ejemplo, una gripe.
Para entrenar nuestro sistema inmune podemos echar mano de ciertos hábitos de vida saludables y de ingredientes como los betaglucanos de levadura. Hemos hablado con Arnau Vilas, técnico de Vitae e investigador de tecnología agroalimentaria para que nos cuente un poquito más sobre los betaglucanos de levadura.
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Primero de todo, vamos a aclarar un poco los conceptos. ¿Qué son los betaglucanos?
Los betaglucanos son polisacáridos, una molécula que está constituida de monosacáridos unidos mediante diferentes enlaces. Un ejemplo de ello es el almidón, que también es un polisacárido. De forma mayoritaria, los monosacáridos que lo constituyen son moléculas de glucosa.
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Actualmente encontramos en el mercado distintos tipos de betaglucanos, ¿qué diferencia hay entre los betaglucanos de levadura y el resto de betaglucanos?
Hay diferentes fuentes de betaglucanos. Los betaglucanos se pueden encontrar en ciertos cereales (como la avena), hongos, algas y algunas bacterias. Las levaduras también producen grandes cantidades de betaglucanos. Estas fuentes diferentes normalmente dan lugar a betaglucanos diferentes. La esencia es la misma (muchas glucosas unidas entre sí), pero la molécula final puede presentar mayor o menor linealidad o una conformación o peso diferente. Esto hará que la molécula presente una actividad biológica mayor, menor o simplemente diferente.
Además, los betaglucanos se deben extraer. Esto derivará en mayor o menor recuperación dependiendo también de la fuente. La extracción de los betaglucanos en la levadura puede llegar hasta el 87% mientras que en avena se puede extraer hasta un 80%, en el mejor de los casos. Esta diferencia hace aún más interesante los betaglucanos de levadura.
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¿Por qué se dice que los betaglucanos de levadura son buenos para el sistema inmune?
Los betaglucanos son moléculas a las que se les atribuye muchos efectos beneficiosos. La ingesta de betaglucanos se ha relacionado con:
- Una reducción en el riesgo de padecer eventos cardiovasculares en personas de riesgo – mediante, de forma generalizada, una disminución en el colesterol LDL (malo) .
- Una disminución de la respuesta de glucosa e insulina postpandrial (niveles registrados inmediatamente después de consumir alimentos).
- Una actividad antitumoral y anticarcinogénica.
- Una capacidad antimicrobial y promotora del sistema immunológico.
No todos los betaglucanos presentan la misma actividad y por tanto no pueden ejercer los mismos efectos en el organismo. Se ha visto que, los betaglucanos de levadura ingeridos de forma oral, pueden estimular el sistema inmunológico mediante un incremento de inmunoglobulinas y una mayor producción de células de defensa (células NK y T). Debido a su naturaleza prebiótica (es decir, que nosotros no podemos digerir la molécula), también tiene un efecto antimicrobial relacionado con la promoción de cepas beneficiosas en el tracto intestinal. Estas características hacen que se pueda incrementar la resistencia a infecciones parasíticas e infecciosas.
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¿Cómo puedo reforzar nuestro sistema inmune de forma natural?
El sistema inmune se tiene que entender como un conjunto de elementos y rutas metabólicas y de señalización que son capaces de, en un momento determinado, generar una respuesta ante un agente extraño que pueda entrar por alguna vía (inhalación, digestión, intravenosa…) en nuestro organismo.
Un sistema inmune fuerte se puede mantener – a grandes rasgos – con una dieta equilibrada (un aporte de nutrientes diario equilibrado y eficiente), haciendo ejercicio diariamente e incluyendo prácticas de relajación periódicas (anti estrés).
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¿Es cierto que el aparato digestivo es de vital importancia para mantener nuestras defensas altas?
El aparato digestivo es nuestra primera barrera de defensa. Cualquier cosa que ingerimos tiene que pasar inevitablemente por alguna de sus partes. Una parte importante del aparato digestivo se constituye por el intestino delgado y el intestino grueso. Allí se encuentran una cantidad muy importante de microorganismos, que constituyen la flora intestinal. El perfil de microorganismos de cada individuo dependerá de muchos factores, tanto genéticos como ambientales. Existen muchos tipos de microorganismos que se consideran como colonizadores del tracto intestinal, y, de hecho, algunos de ellos se consideran más beneficiosos que otros por qué se han asociado con una menor cantidad de eventos patológicos en las personas que los poseían.
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¿Cómo puedo cuidar de mi flora intestinal?
Tener una flora intestinal adecuadamente reforzada y protegida es de vital importancia para que, cuando llegue el momento (por ejemplo, la llegada de un agente patógeno en el intestino), ésta sea capaz de sobreponerse al peligro y así, de forma directa, protegernos también a nosotros.
Hay dos maneras de cuidar nuestra flora intestinal, la ingesta de probióticos y prebióticos:
- Los probióticos son aquellos microorganismos que se consideran beneficiosos y que ayudarán a reforzar este perfil intestinal de microorganismos que ya tenemos.
- Los prebióticos son moléculas que, debido a su naturaleza, no podemos degradar y llegan a la flora intestinal de forma entera (o semi entera, por ejemplo, los betaglucanos). Allí, estos compuestos sirven de materia prima para que los microorganismos beneficiosos de nuestro tracto intestinal se reproduzcan de forma abundante. Jamás se considerará un compuesto como prebiótico aquel que no promocione de forma selectiva el crecimiento de microorganismos beneficiosos en el tracto intestinal.
Los probióticos incluyen muchos tipos de alimentos fermentados, aunque hay algunos más importantes que otros. El yogur es el producto fermentado probiótico más clásico, las cepas que incluye, además de fermentar el producto y dar al consumidor una textura típica de yogur, también pueden colonizar el intestino y promocionar un perfil microbiológico adecuado en éste.
Los prebióticos incluyen lo que se denomina fibra alimentaria. Si bien existen muchos compuestos con capacidad prebiótica, también existen muchas fuentes. Como ya se ha dicho, los betaglucanos pueden actuar como tal, pero también lo hacen la celulosa, la lignina y otros componentes de origen vegetal. La fibra se encuentra en alimentos de origen vegetal y es por esto (y por muchas otras razones) que el consumo de vegetales debe ser variado y elevado en comparación con los alimentos de origen animal.
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¿Qué papel juega la alimentación en nuestro sistema inmune?
Es uno de los tres pilares fundamentales para mantener un sistema inmunológico fuerte. Las vitaminas y los minerales son lo primero que se nos viene a la cabeza, pero también es importante un correcto aporte de carbohidratos, ácidos grasos y proteína, ya que son la fuente de energía y estructura celular principal para que todos los elementos del cuerpo funcionen correctamente (incluyendo el sistema inmune).