Por fin empieza el buen tiempo y con él esa maravillosa sensación de confort, bienestar y alegría que proporcionan los rayos del sol.
Es importante recordar que siempre que nos expongamos al sol, por poco que sea, debemos protegernos y no solamente durante los meses más calurosos sino durante todo el año.
Ahora bien, tomar el sol de forma moderada nos puede aportar cosas tan beneficiosas para nuestra salud como:
- Mejorar nuestras defensas
- Recepción de vitamina D para los huesos
- Regulación de la melatonina y por lo tanto del sueño (nos ayudará a dormir mejor)
- Disminución de la presión arterial
- Algunos beneficios para la piel, como por ejemplo el acne (eso sí, siempre con protección)
- Y el último y más importante, la mejora de nuestro estado de ánimo
Sol = felicidad
Como decíamos, el sol mejora nuestro estado de ánimo, y eso ¿por qué? Pues porque nuestro comportamiento y estado anímico dependen en gran medida de las horas de luz que recibe nuestro organismo, de ahí que, por ejemplo al empezar la primavera nos podamos sentir inquietos, alterados y más cansados. La causante de este bienestar con el aumento de las horas de luz se llama serotonina, o lo que también se conoce popularmente como la hormona de la felicidad.
La serotonina, nuestra gran aliada
Hay una relación directa entre esta hormona y la sensación de felicidad y bienestar ya que actúa en nuestro cerebro como un neurotransmisor, siendo la responsable del placer, la motivación y nuestro estado de ánimo en general.
Aunque esta hormona se encuentra en el cerebro, dispone de una mayor concentración en los intestinos, ejerciendo una función reguladora en el proceso digestivo. De ahí que digan que el intestino es nuestro segundo cerebro.
Es muy importante tener bien regulada esta hormona, ya que de lo contrario podría provocarnos una sensación general de malestar e incluso pequeños desequilibrios a nivel emocional.
Cómo aumentar los niveles de serotonina
Para poder mantener a raya esta hormona podemos llevar a cabo las siguientes pautas:
- Consumir alimentos ricos en triptófano, como el plátano, los cereales, la soja o el chocolate negro.
- Consumir omega 3, que podemos encontrar en el pescado azul y en frutos secos, por ejemplo.
- Practicar ejercicio regularmente.
- Llevar a cabo técnicas de relajación.
- Y por supuesto, tomar el sol.