Cuando pensamos en confort, generalmente se nos vienen a la mente imágenes asociadas, a comodidad, buen gusto, tranquilidad, atenciones, relajación y comodidad en su máxima expresión, pero…nuestra zona de confort es otra cosa, un estado mental auto impuesto, algo a lo que nos hemos acostumbrado por mucho tiempo, hábitos que no cambiamos, lo que hacemos día a día sin salirnos de la misma rutina, la forma como comemos, nos vestimos, lugares a los que vamos, con quien nos relacionamos, es todo un campo de acción orquestado por nuestro cerebro bajo un mando lineal cuyo objetivo final es el de mantener la sensación de seguridad.
¿Cómo saber si nuestra zona de confort va en equilibrio con nuestra salud?
La importancia de conocer nuestra zona de confort viene dada por el hecho de que generalmente construimos un muro de estructuras rígidas que nos impiden, soñar y movernos hacia una accionar distinto que nos permita ser cada día más saludables, y lograr metas que permitan poner en evidencia que hemos estado rompiendo barreras mentales, y exigiéndonos cada día más, demostrando nuestras potencialidades.
Si al revisar nuestra vida, nos damos cuenta que no somos felices, o que pudimos haber hecho más, ya sea con nuestro cuerpo, con nuestro peso o que no estamos suficientemente a gusto por seguir siempre el mismo camino y no atrevernos a otra cosa, allí estamos despertando y algo intuitivo nos dice…sal de tu zona de confort, hay algo más allá afuera…en el mundo.
¿Por qué debemos salir de nuestra zona de confort?
A menudo escuchamos a muchos coach de vida, psicólogos y motivadores hablar de salir de tu zona de confort, pero lo que en realidad quieren decirnos es que los cambios de hábitos orientados hacia una conducta más saludable, hacia obtener metas realistas, mejoran tu autoestima y pueden ayudarte a expresar la mejor versión de tu vida, lo que anhelas y deseas. Actívate y atrévete a hacer cosas nuevas.